CUANDO NUESTROS HIJOS QUIEREN SER MAYORES PERO NO QUIEREN CRECER
CUANDO NUESTROS HIJOS QUIEREN SER MAYORES PERO NO QUIEREN CRECER:
¡Bienvenido a la adolescencia!
Llevamos 15 años formando adolescentes y en todos los casos se cumple que tienen el mismo deseo “quieren los derechos de los adultos y las obligaciones de los pequeños”.
Pero realmente lo que muchos de ellos nos muestran es que tienen 3 años para hacer la cama o ponerse a estudiar, y pretenden tener 40 para realizar las expectativas del fin de semana.
Cómo padres queremos ayudarles a desarrollarse en plenitud. Queremos que aprendan a manejarse con autonomía y sepan tomar la decisión adecuada en cada caso.
Cada vez pasan más tiempo fuera sin supervisión de los adultos, al final nuestro gran miedo es que usen ese tiempo de forma inadecuada e irresponsable.
¿Cómo fomentamos en nuestros hijos ese nivel de madurez?
Se crece desde la propia experiencia y se experimenta desde las creencias que nos han sido inculcadas.
Nuestros hijos aprenden del diálogo diario y de las actitudes que mantenemos con ellos.
¿Cómo les hablamos? ¿Cómo es nuestro propio discurso interno?
El lenguaje configura nuestra vida, solo el tres por ciento del cerebro es consciente y un 97% es inconsciente; así el 97% de nuestras decisiones y pensamientos no los hemos elaborado, vienen predeterminados por un aprendizaje inconsciente.
La madurez emocional, consiste en hacer consciente lo inconsciente, este trabajo parte de cambiar el paradigma de “me pasa” por el paradigma “yo hago”.
Este es un trabajo incómodo, porque me obliga a ser responsable de mí mismo, me obliga a trabajar y a no conformarme.
Cambiar es un esfuerzo requiere de un proceso interno, a partir de ahí mirar hacia dentro es la respuesta.
Nuestros hijos aprenden esto desde la infancia, al llegar a la adolescencia, ya saben que no son capaces de concentrarse, de aprobar de portarse bien…
Lo han oído en el cole, a los padres, a sus compañeros… ¿Pero realmente saben lo que sí son capaces de hacer? ¿Saben cuáles son sus puntos fuertes? ¿Saben que están dotados de capacidades neutras? ¿Qué es el esfuerzo y el trabajo personal lo que las convertirá en cualidades que pueda usar o las dejara en potencialidades que definitivamente no desarrollará?
Todos estos mensajes les dan excusas perfectas para no afrontar sus responsabilidades, la madurez no crece en los árboles, ni les cae como un halo de luz al cumplir los 18, se instruye.
La forma en que les transmitimos las capacidades, la forma en que les otorgamos la responsabilidad sobre ellas y el discurso tranquilo y sin juicio que les da la posibilidad de experimentar y asumir las consecuencias de sus decisiones, le ofrece un mundo distinto en que aprender.
Participar del proceso de maduración de un hijo implica un proceso complejo para las madres, donde he de poner los límites, donde he de negociarlos, darle espacio para madurar no es consentir, ni conformarse.
Es ir cediéndole la responsabilidad de asumir márgenes de libertad teniendo muy claras las consecuencias desde el minuto uno. Y cumplirlas sin miramientos pero sin tensiones.
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